Decir a estas alturas que Roberto “Robe” Iniesta, el cantante y único sobreviviente del primigenio grupo extremeño Extremoduro, es uno de los mejores letristas del rock hispano es, a mi entender, decir algo demasiado obvio. Yo diría que sus letras son de una irreverente liricidad. En esa paradoja, en ese contrasentido, han vivido con inusitada frecuencia la música y letra de “Robe”. Podrá no gustarnos la voz del extremeño, su timbre yonki, pero sus composiciones desde -sobre todo- ese discazo titulado Somos unos animales, que vino seguido de ese monumento progresivo-musical que es Pedrá han ido perdiendo algo (no mucho, la verdad) de irreverencia y ganando en liricidad. La cosa va por rachas, por discos, por temas también. Lo de estos últimos años es otra cosa. Se trata de un cambio radical (desde luego no hasta los extremos a los que ha llegado Jorge «Ilegal», pero es otro).
Su voz cazallera ha ido suavizándose y acercándose cada vez más a tonos pop (sobre todo en los dos últimos discos, ya digo), aunque difícilmente caminan (no saben de hecho) sin deslizarse hasta lo festivo y hacia el exabrupto amoral sin miramientos. La libertad más absoluta ha campado a sus anchas por las canciones de Extremoduro, y la música más elegante, más clásica, más “lírica” (otra vez), se ha visto impregnada con motivos de comicidad irrespetuosa. La corrección en las formas no ha ido para nada con este grupo… pero, al mismo tiempo, ¡cuánta poesía en esas letras groseras y provocadoras que rehúyen el eufemismo sin desdeñar el ripio florido! El rock transgresivo (como ellos mismo lo bautizaron) es lo que tiene: es toda una filosofía a fin de cuentas. El joven o el niño malo y díscolo que todos llevamos dentro se despierta escuchando a Robe y una frecuente sonrisa aflora espontánea al escuchar sus letras, que son casi todo en su música (casi, digo). Han creado escuela: escuchad a Marea, o a Forraje; no dejan de ser hijos bastardos de Robe. En fin, os digo que da para una tesis doctoral.
Un rock urbano (tirando a suburbial), por otro lado, que ha tocado, dentro de su imperecedero gamberrismo, muchos palos, que van de la música cañí, flamenca chunguitera, a registros hard y heavies, casi siempre al paso y compás de ritmos machacones y acelerados y con frecuencia flambeado con punteos, violines, saxos, timbales o lo que se tercie. Este toque orquestal ha ido in crescendo.
Hay que señalar, en todo caso, que su disco anterior, de 2008, La ley innata, ha significado un punto de inflexión en la carrera musical de Extremoduro. Ritmos más suaves, con importancia de los punteos líricos con concesiones a la música clásica y a la balada, una voz más tierna, más pop, letras tendentes a despojarse del vocabulario demasiado transgresivo. Es otra cosa.
12.000 copias se vendieron en la primera semana del lanzamiento de Material defectuoso, que viera la luz a finales de mayo de este año y que incluso desplazó a la Gaga del primer puesto. Y es que, desde luego, se trata de un trabajo de calidad suprema (nada defectuoso) que da buena cuenta del saber hacer de Robe, ahora abierto a otros registros. Seis (6) son los temas que componen el nuevo álbum, el mismo número que el anterior. Se trata de temas de larga duración, ejecutados sin prisa, como a la sombra. De hecho son lentos, con una estética continuista con el anterior en este sentido. No por ello el exabrupto intencionado deja de estar presente en algunos temas salpicándolos como las pequeñas manchas que “ensucian” un traje de gala, que ayudan a trasladar a la realidad idílicos sueños (pero nadie se engañe: incluso cuando dice eso de “mientras nuestros cuerpos follan” en el primer tema, no se corta en introducir un suave coro de delicada voz femenina para edulcorar la palabreja). No obstante, vemos a un Robe que ha madurado, que se ha hecho mayor quizá, que se ha hecho cantautor han dicho algunos (como si alguna vez hubiera dejado de serlo, de ser un poeta), y, algo domesticado (quizá impostadamente) a golpe de balada nos va envolviendo con su música, y con unas letras magníficas que enamoran. Es un Extremoduro de ensueño. Bien editado y con notoria calidad musical. Me ha encantado. Hay que escucharlo sin prejuicios. Lo aconsejo en espera que os guste tanto como a mí. Lo tenía en la mochila y creo que he esperado demasiado para escucharlo.
Tracklist:
1. Desarraigo
2. Mi espíritu imperecedero
3. Otra inútil canción para la paz
4. Si te vas…
5. Tango suicida
6. Calle esperanza s/n
Nota: 8’25
Fecha: 13/07/11 Autor: Ángel Carrasco Sotos
Aún no habia escuchado el nuevo trabajo, siempre dejo que pase el tiempo cuando todo el mundo habla de ello, eso hace que no lo valore como se debe, con el anterior, Ley innata, me paso lo mismo, deje pasar el tiempo y lo valore en su medida, un gran trabajo, aunque para mí algunos anteriores tienen mucha más miga, pero estas también son buenas canciones.
Un saludo!
Sigue en buena forma Robe y los suyos, ha tomado su camino pasando de modas y como siempre, hace lo que le sale de los coxones.
Estoy 100% de acuerdo contigo. Un discazo maduro pero fresco y atractivo. Y efectivamente, Robe ha creado no sólo escuela (Albertucho, Lichis… por citar un par más que han bebido de su legado), si no también un estilo propio, dificilmente encasillable (¿pop? ¿punk? ¿rock clásico?). De hecho, hace unos días una amiga argentina me preguntaba qué música hacía Extremoduro, y me puso en un aprieto…
Vion: A mí siempre me ha gustado, sobre todo la letra, donde podemos descubrir algunos hallazgos. No es tan fácil hacerla como parece. En los dos últimos se sale, pero hay que reconocer que son distintos.
Quatermass: Tú lo has dicho (aunque no creo que olvide el mercado, jaja).
Rafa: Sí, quizá también Poncho K, pero son otra cosa. Los que más se parecen son los Marea y Forraje, pero todos ellos beben en Barricada.