Hablar de Guns’n’Roses es hablar de la última gran banda de Rock tal y como se conocía en su etapa dorada. Tras su desaparición, ninguna otra banda ha adquirido esa popularidad y esos niveles mastodónticos que les emparentaban directamente con los grandes dinosaurios de los 70’s. GNR, hard rockeros como los Aerosmith, punkies como The Damned, más stonianos que los propios Stones, grandilocuentes como Queen, glamourosos como Hanoi Rocks. ¿Alguien da más? La historia comienza en Lafayette, Indiana, donde nació Bill Bayley (1962, aka Axl Rose) en una familia cuyo cabeza era el padrastro del pequeño Bill, quien cambió sus apellidos por los de su padre biológico, Mr. Rose senior. Un Axl buen niño, del que parte de su formación musical se completa en el coro religioso, crece, hace de la rebeldía, los follones y el rock ‘n’ roll su forma de vida. Así, ante el desprecio de sus compañeros, se alía con un lunático también amante del rock, Jeff Isabelle (1962, aka Izzy Stradlin). Otro de sus colegas del alma de la adolescencia sería Paul Huge Tobias, quien muchos años más tarde adquirirá cierta notoriedad en la historia. Decididos a probar fortuna en lo único que les llenaba, Axl e Izzy deciden emigrar a Los Angeles. Michael McKagan (1964, aka Duff McKagan) también tomaría esa decisión, tras nacer en Seattle y pasar por unas 31 bandas de corte punk . En L.A. vivía desde su infancia Steven Adler (1965, aka Steve Popcorn Adler), aunque naciera en Cleveland, Ohio. Según sus propias palabras, era un verdadero delincuente juvenil, expulsado de su casa a los 12 años. Veinticinco años después no ha podido salir del atolladero de líos y sustancias varias. Lo único que le interesó siempre fue la batería. En su escuela de L.A. conoció a un chaval británico, de apellido Hudson -el nombre real rara vez ha trascendido- hijo de una pareja interracial (1965, aka Slash). Sus padres estaban metidos en el mundillo rockero, y no padeció una infancia tan dura como sus compañeros. A los 14 años se metió en la guitarra, y significó su obsesión desde entonces, a la que dedicaba horas. Pronto ambos formaron una banda, Road Crew, y pusieron un anuncio buscando bajista, al que respondió Duff. Así entraron en contacto estos tres personajes. En sus correrías por los clubs, Slash conoció a dos tipos de Indiana, con los que empezó a congeniar. Tocaban en una banda, Hollywood Rose, Slash hizo otra prueba con ellos, que no pasó en un principio, según Axl, porque era demasiado bluesy y demasiado bueno para ellos. Pese a ello, a la larga acabó uniéndose al grupo. Axl tampoco duró mucho allí, pues pronto se alió con Tracii Guns para formar parte L.A. Guns. La banda estaba entonces en un período de inestabilidad, por lo que se disolvió por una temporada. Por aquel entonces Izzy había contratado una actuación para Hollywood Rose, pero la banda no estaba al completo. Así que Axl se largó de L.A. Guns para irse con su viejo colega, y un antiguo amiguete se les unió, Duff. Ese junio de 1985 se creó Guns’n’Roses. El último grupo de rock’n’roll de éxito mundial Beggar’s Blues Los inicios fueron duros, qué duda cabe. Eran cinco personajes sin casa fija que pululaban de apartamento en apartamento, allá donde amigos generosos les cedieran un espacio, y tocando donde fuera que había un escenario. Durante una temporada incluso vivieron los cinco en su local de ensayo, y habitualmente organizaban actuaciones en los callejones, su hábitat natural por aquel entonces. Tanto ruido armaron que los sellos empezaron a contactar con ellos, situación que solían aprovechar para que les invitaran a cenar. Así, entre historias varias, GNR sacaron su primer disco en diciembre del 86, un EP de producción propia con su sello Uzi-Suicide, titulado Live ?!.@ Like a Suicide, que de repente vendió 10.000 copias en 4 semanas. Paul Stanley se interesó por la banda, pero su pretensión de reescribir dos de sus canciones truncó su relación con los gunners. Pero el camino hacia el éxito estaba ya iniciado, y tras flirtear con algunas compañías, Tom Zutaut de Geffen se llevó el gato al agua. We Will Rock You Junio del 87 fue la fecha para la salida de uno de los discos más importantes del Rock, su debut Appetite for Destruction. Y para una nueva polémica, de la mano de la portada de su disco y la ilustración del robot violador, que acabaron (en una de las pocas veces que cedieron a las presiones) retirando tras haber colocado algunos miles de copias. Y diez meses fueron suficientes para que el LP reventara en las listas, de la mano de Harry el Sucio. Porque GNR rentabilizaron los 10 segundos que aparecían en la película The Death Poll (de la saga de El Sucio) como nadie, y colocaron el tema Welcome to the Jungle, convirtiéndose así en uno de los más radiados, y su videoclip en un favorito de la MTV. Había nacido una estrella. Y no desaprovecharon la oportunidad, giraron más que nunca abriendo para gente del calibre de Mötley Crüe, Alice Cooper, The Cult o Aerosmith, en actuaciones que a veces acababan de un modo violentamente precipitado, generalmente cuando a Axl le daba por pegarse con alguien. Tocaron en Donington ’88, donde hubo una grave avalancha, y en la primavera del 89 llegaron al 5º platino, en parte gracias al pelotazo de Sweet Child O’Mine, un tema que de ser por la banda, jamás hubiera sido single. A finales del 88 la gente andaba ávida de nuevo material relacionado con GNR, pero ellos no estaban muy por la labor. Así que, como tregua para desesperados y jugada comercial, en noviembre del 88 se publica Lies, no un album en toda regla, ya que en la cara A contenía el viejo primer EP Live ?!.@ Like a Suicide y la cara B eran cuatro canciones de corte acústico, entre ellas el mítico One In A Million, un gran corte de letra muy polémica, un duro alegato homofóbico y racista que, como ya iba siendo habitual, les colocó de nuevo en el centro de la polémica, y también como era habitual, defendieron a capa y espada (en especial Axl, que ya mostraba al mundo sus aires de grandeza). Pero ya era hora de pensar en el siguiente disco. Now I’m Here La gestación de lo que sería el siguiente trabajo de GNR sería de las más costosas de los últimos años. A la banda mimada de Geffen le costaría horrores crear su nuevo disco, una deserción y muchas tensiones. En esos discos plasmaron toda su amalgama de registros, y capitaneado por un Axl tiránico y perdido en su propia grandilocuencia, y por un Slash que le iba a la zaga, lo dieron todo, hasta casi acabar con el grupo. Y todo eso teniendo en cuenta la escasa «profesionalidad» y el caos que reinaba en el entorno gunner. Todo ello sacaba de quicio a Izzy, quien solía esperar horas a que sus compañeros se acercaran por el estudio, si es que lo hacían. Además, no vió con buenos ojos la pomposidad y el barroquismo que le querían imprimir a los temas. Duff procuraba mantenerse al margen, Steven estaba tan pasado de drogas que apenas podía tocar, y Axl se dedicaba a discutir con Slash por teléfono para no llegar a las manos, por todo: estribillos, solos, coros, textos… Steven Adler fue al final expulsado de la banda, lo cual, por triste que sea, fue lo mejor, y el tiempo les ha dado la razón. Su lugar lo ocupó un Matt Sorum que era poco más que un mercenario que cumplió bien, aunque muchos se quejaran de su estilo.Y Axl se empeñó en incorporar un teclista, un anónimo Dizzy Reed de carisma nulo que curiosamente es el único de esa época que se mantiene en el barco (junto con Axl). La formación que grabó uno de los discos claves de la Historia del Rock There’s no Bussiness Like Show-Bussiness A finales del 88 la gente andaba ávida de nuevo material relacionado con GNR, pero ellos no estaban muy por la labor. Así que, como tregua para desesperados y jugada comercial, en noviembre del 88 se publica Lies, no un album en toda regla, ya que en la cara A contenía el viejo primer EP Live ?!.@ Like a Suicide y la cara B eran cuatro canciones de corte acústico, entre ellas el mítico One In A Million, un gran corte de letra muy polémica, un duro alegato homofóbico y racista que, como ya iba siendo habitual, les colocó de nuevo en el centro de la polémica, y también como era habitual, defendieron a capa y espada (en especial Axl, que ya mostraba al mundo sus aires de grandeza). Pero ya era hora de pensar en el siguiente disco. En esa etapa, Axl tomó el mando de la nave y se enemistaron con toda la prensa a raíz de imposiciones como firmar un contrato de derechos para los artículos respecto a la banda, o prohibir las fotos excepto las de sus fotógrafos oficiales. Y la guinda se la llevó el asunto Get In The Ring, un furioso tema en el que Axl ponía a parir a ciertos periodistas con nombres y apellidos, lo que escandalizó a un Izzy cada vez más alienado. Y sin conciertos de ensayo, ni los discos acabados, ni historias, se presentaron en el Rock In Rio en enero del 91, y cerraron muchas bocas que vaticinaban un descalabro de esos arrabaleros de L.A. en grandes escenarios. A partir de ahí, se enfrascaron en una gran gira americana por estadios, en la que sucedió de todo. Axl solía retrasarse hasta más de dos horas, hasta encontrarse «preparado», Slash y Duff bebían como cosacos e Izzy no paraba de preguntarse qué hacía allí. Pese a ello, los conciertos fueron enormes, aun con material inédito. En St. Louis ocurrió el incidente más grave. Tras casi dos horas de espera comienza el show, pero Axl ve a un tipo con una cámara de fotos (¡horror!) entre el público. Exige a seguridad que se la quiten, pero al ver que no hacen nada, salta a por él y se lía a hostias. De nuevo en el escenario, dice que no se siente seguro y se larga sin más, y con él, la banda. Tras esta súbita anulación, se arma la de San Quintín y el grupo sale de la ciudad escondidos en una furgoneta huyendo de la batalla campal. Aunque no tan graves, incidentes de este tipo comenzaban a ser habituales en el entorno gunner, pero Axl no mostró ningún tipo de arrepentimiento. Quien sí tuvo suficiente fue Izzy, que abandonaría su banda harto de verla transformada en algo que nunca quiso que fuera, poco después de reventar Wembley en agosto del 91. Otro personajillo sin carisma ocupó su lugar, Gilby Clarke. Estaba claro que todo cambiaría para Guns’n’Roses. Finalmente, y tras tantísima espectación, en septiembre del 91 aparecieron Use Your Illusion I y Use Your Illusion II, 30 temas en total de los que la banda se sentía muy orgullosa y los llevaron a cotas de popularidad inimaginables. A todo ello contribuyó esos super-vídeos como los de You Could Be Mine o November Rain, que a muchos les parecieron muy tristes, pero a mí siempre me hicieron gracia, tan pomposos ellos, con esos delfines de Stranged, esa cutre boda de November Rain. Cuando digo muy populares, lo hago en el amplio sentido del término. En este país eramos miles los treceañeros que flipamos con los Illusions, a menudo como puerta de inicio en el Rock. Recuerdo a compañeras de clase enamoradas de Axl Rose como si de Mark Owen se tratara, y la cadena de radio que cuenta con Joaquín Luqui en nómina se volcaba con ellos, así como también en su versión televisiva. Todo ello les hizo ganarse odios entre parte de la comunidad especialmente heavy. Finalmente, cómo olvidar los odios entre fans de Metallica y de Guns’n’Roses… viejos tiempos. Así comenzaría la segunda parte del tour, con unos gunners más pasados de vuelta que nunca que no se les ocurrió otra cosa que incluir tres coristas, una sección de viento también femenina y un segundo teclista y armonicista. Habían murales con la portada del disco, muñecos hinchables, ridículos cambios de vestuario de un Axl que haría de los ciclistas blancos su mono de trabajo, interminables solos de Slash (el tío tocaba la melodía de El Padrino), de Matt Sorum (idea de Axl), camisetas de Axl (sí, Axl de nuevo) con la cara de Jesucrito, de Charles Manson, con frases como «nobody knows I’m a lesbian»… Era 1992 y su reinado era un gigante con pies de barro. Fue también la etapa de las polémicas con Nirvana, muy publicitadas, por su negativa a telonearles en una gira bastante estúpida, Metallica + GNR. Antes, los gunners triunfarían en el homenaje al malogrado Freddie Mercury e iniciarían gira europea, con teloneros como Soundgarden o Faith No More (con quienes tendrían agrias polémicas), muy populares, reuniendo a la friolera de 75.000 personas en Stuttgart. Las polémicas, retrasos y anulaciones no les abandonarían, pero seguían teniendo estrella, y el concierto televisado de París (con su entrañable pase por Antena 3 TV) con invitados de la talla de Steve Tyler, Joe Perry y Lenny Kravitz les llevó a las cimas de su éxito. Volvieron a USA para girar con Metallica, y Axl pasó antes por los juzgados a causa del affair St. Louis. Como era de esperar, sus relaciones con Hetfield & co. fueron muy malas y la cosa acabó con ataques. Con eso, nada mejor que una tortuosa gira por Sudamérica: registros salvajes en Chile, lluvias torrenciales en Colombia y Brasil, golpe de estado en Venezuela, suicidio de una fan en Argentina… ¿Y qué decidieron hacer? Pues continuar su neverending tour particular por USA, esta vez los seis, sin coristas ni nada. El aliciente añadido fue una emotiva reunión con Izzy debido a un accidente de moto de Gilby Clarke, que acabó como el rosario de la aurora y con Izzy pidiendo a Clarke que se recuperara. Después ese tour pasó por Europa y por fin tocaron en Barcelona y Madrid, ofreciendo unos de los peores conciertos de toda la gira. Y finalizaron el tour en Argentina, donde sufrieron una salvaje redada. Unos siete millones de personas habían visto a Guns’n’Roses reinar en directo. Pero el reinado tocaba a su fin. En noviembre del 93 la banda dio uno de sus últimos pasos, con la presentación de su disco de versiones The Spaghetti Incident?, que cosechó duras críticas. La industria había cambiado a ritmo vertiginoso, el grunge-noise-punk-rock-alternativo era lo que se llevaba, y esos arrogantes Guns’n’Roses eran el enemigo a batir. Anímicamente, los problemas entre sus componentes aumentaban y tuvieron polémica una vez más cuando Axl se empeñó en («Axl se empeñó en»… cuántas veces se repite esa expresión en la historia de GNR) grabar un tema de Charles Manson. El futuro era confuso, y lo último que se hizo fue una versión del Sympathy For The Devil para la BSO de Entrevista Con El Vampiro. A partir de ahí, expulsión de Gilby Clarke, rumores de Axl como actor, ruptura de comunicaciones Axl-Slash… La banda que una vez grabó Paradise City ya era totalmente distinta de la que grabó la versión de los Stones, y no me refiero sólo a su formación. Axl y Slash, tras muchas tentativas, rompieron definitivamente una colaboración que había sido tan fructífera, aunque hasta el último momento se barajó la posibilidad del retorno a la que es ahora la banda de Axl Rose. Con el resto de miembros, la cosa no fue mucho mejor. Éstos, por su parte, siguieron caminos dispares. Izzy Stradlin inició una carrera en solitario interesante, y su primer disco tuvo bastante repercusión, cosas de las compañías, pero el resto de su discografía se ha movido en el anonimato (excepto en Japón) y la irregularidad. Steven Adler va de mal en peor, jamás ha levantado cabeza. Slash creó una banda, Slash’s Snakepit, y grabó un LP bastante flojito, It’s 5 O’clock Somewhere. Además, y como venía siendo una triste costumbre, se dedicó a poner inaguantables solos en colaboraciones a cuál más indigna, véase Marta Sánchez, Blackstreet, Michael Jackson… allá donde hubiera una entrega de premios y un grupo baboso, acudía él con su Gibson. En el 2000, logró sacar un nuevo disco, con banda casi totalmente remodelada, Ain’t Life Grand, de resultados bastante satisfactorios. Duff, tras su ruptura, poco a poco, con Axl, se dedicó a las rentas. En 1994 tuvo un grave problema médico, a causa de su alcoholismo, que por poco se lo lleva al otro barrio. Esto le hizo sentar la cabeza, limpiarse, comenzar unos estudios, y meterse en varios proyectos. Uno de ellos fue la grabación de un disco con su vieja banda punk de Seattle 10 Minute Warning. También formó parte del supergrupo Neurotic Outsiders, junto a gente como Steve Jones, con quienes sacó un LP muy bueno. Y retomó su carrera en solitario, grabando un disco que por problemas de discográficas, jamás se ha publicado, Beautiful Disease, una lástima, porque es realmente bueno.
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