SLSi en los 80 el hard rock explotó hacia niveles superiores con la pomposidad que envolvió a su sonido, el heavy metal reaccionó dirigiéndose hacia registros más oscuros y violentos musicalmente hablando. Motorhead y Venom satisfacían a los que estaban ávidos de tralla, pero necesitaban algo más, y eso llevó al nacimiento y ascensión a los olimpos del thrash metal. Esta andanada de nuevos bárbaros fue liderada a nivel de ventas y popularidad esencialmente por cuatro bandas: Metallica, Anthrax, Megadeth y Slayer. Estos últimos eran posiblemente los más agresivos de las cuatro bandas, tanto a nivel musical como en sus letras.

De sus manos salió uno de los discos considerado como esenciales del genero Reign in blood, un ejercicio de brutalidad máxima, con unos temas tocados a una velocidad hasta ese momento desconocida, y unas letras que ahondaban en la maldad, tanto en el satanismo, como la del ser humano, expresada en la violencia de la guerra. Y si algún ingrediente le faltaba, era la polémica, y el tema «Angel of Death» les sirvió de buena ración.

En este tema sobre Josef Mengele, el ángel de la muerte, médico y criminal nazi, que experimento en Auschwitz con judíos, hizo saltar todas las alarmas, y aunque ellos siempre han defendido que, simplemente, se limitaban a contar una historia, les ha valido estar envueltos en esa controversia. Incluso en una entrevista Kerry King afirmaba que eran de derechas y muy conservadores, pero no nazis. El mismo King explicaba que sería una incongruencia ser fascistas y racistas, cuando su bajista y cantante -Tom Araya- es de origen chileno.

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Pero no ha sido el único escándalo a lo largo de su carrera. En la India fue prohibido su disco Christ Illusion, lanzado en 2006, debido a las presiones de grupos religiosos del país que se quejaban de su blasfema portada, donde aparecía un diabólico y desmembrado Jesucristo. Otra más de las anécdotas que siguen engordando la leyenda de los thrashers americanos.

Slayer también eran considerados como los miembros de los big four que menos discos vendían pero que, sin embargo, más publico atraía a sus conciertos, y es que si algo es realmente impresionante, es el directo de estos americanos, donde crean un autentico muro sónico. Realmente, aunque los lideres mediáticos de la movida thrash eran las huestes de Ulrich, Slayer eran considerados los amos del thrash mas radical.

Estábamos en 1988 y los grandes del thrash empezaban a reconsiderar sus carreras. Dave Mustaine y sus Megadeth eran los primeros en lanzar en enero So far, so good….So what, un disco donde se comenzaba a definir el sonido que adoptarían en la siguiente década, abandonado un poco el thrash mas rabioso y acercándose al metal más tradicional, siempre regado con la mala leche de ese genio que es Mustaine y su inconfundible sonido de guitarras. En agosto, Metallica revolucionaban el mundo del thrash, con el disco sin líneas de bajo, un disco que podría ser considerado de los pioneros del metal progresivo, con esos temas largos y densos, esos desarrollos que se alejaban de los cánones clásicos de un género que ellos habían impulsado hacia límites insospechados.

Muchos considerarán el Black album el disco más transgresor de los de San Francisco, y quizás por ventas sea el más popular, pero con el que rompieron con todo, fue con ese magnífico …and justice for all, un disco impregnado tanto por las ganas de evolucionar, como por la rabia por la pérdida de el llorado Cliff Burton.

Los terceros en discordia, Anthrax, editaban en septiembre State of euphoria, un álbum que tras el gran éxito que había supuesto Among the living, y la buena aceptación por parte del mundo del metal de aquel coqueteo con el rap llamado I’m the man, unido a sus siempre declaradas influencias del hardcore, empezaban a preparar el camino para lo que luego sería denominado nü metal, rap metal y mil etiquetas más, deudoras todas del paso adelante de los de Scott Ian.

Todos tenían ya sus cartas bocarriba. Como bien he comentado anteriormente, Reign in blood es para la mayoría el disco con mayúsculas de Slayer, algo en lo que yo no coincido del todo. ¿Cómo definir un clásico? Un disco que vende millones de copias? ¿un disco que influencia a generaciones de músicos? ¿el que marca una época? Todo esto es válido, pero también, aquel disco capaz de marcar un antes y un después, o al menos intentarlo. Y si hay un disco de Slayer que aun hoy en día, odiado por muchos de sus seguidores y muchos metaleros en general y adorado por otra gran cantidad de gente -entre los que yo me incluyo-, sin lugar a duda es South of Heaven.

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Como ya he dicho, 1988 supuso una inflexión para el metal, y el 5 de julio, Jeff Hanneman, Kerry King, Dave Lombardo y Tom Araya, lanzaban al mundo esta bomba llamada South of heaven, donde levantaban el pie del acelerador para hacer, posiblemente, el disco más heavy de toda su historia. Y es que, al contrario de lo que muchos puedan pesar, no por ser más rápido se es mas heavy, y el ejemplo más claro es Black Sabbath, que definían el significado del término metal pesado, con sus atmósferas y sus riffs eran demoledores. Algo así, pasado por el filtro Slayer, significó este disco.

Un disco que comenzaba con el que para servidor es el mejor tema que han escrito jamas los americanos: «South of heaven», con ese riff que se te incrusta en la cabeza, ese aura de maldad que impregna a todo el disco y esa densidad casi agobiante, el tema mas Sabbath de Slayer; una autentica maravilla. Un álbum arrollador y más variado que la propuesta que hasta entonces nos habían presentado, contenía trallazos como «Silent scream», Ghost of war», «Spill the blood» o «Mandatory suicide», amén de una versión del «Dissident agressor» que publicaran Judas Priest en el mítico Sin after sin, otro disco cuyo sonido podría ser una gran influencia para este álbum.

Producido por Rick Rubin, la banda ralentizo los tempos, dejando KO a muchos de sus fans que no lo entendieron. De nuevo las letras sobre guerras y maldad campaban a sus anchas por toda la grabación. South of heaven se convirtió en disco de oro y llego al número 57 del Billboard. Pero, a pesar de todo, contó con el rechazo de sus propios autores, que solo mantienen en su setlist el tema «South of heaven».

El propio Kerry King afirmaba que se encontraba en ese tiempo ausente, como fuera de lugar. Dave lombardo decía que había fuego en todos los discos de Slayer, que se comenzó a apagar con la aparición de South of heaven. Pero a pesar del rechazo de parte de los medios, de la propia banda y de muchos de sus die-hard fans y gente del metal en general, este disco pudo marcar un antes y un después, pero Slayer se acobardaron y decidieron volverse conservadores. Siguieron por el buen camino, dirán muchos; perdieron una gran oportunidad, pienso yo.

Digan lo que digan, South of heaven, como decía aquel anuncio es, posiblemente, el mejor disco de Slayer. Si no, el favorito de este que escribe.

SLAYER – South of heaven: posiblemente el mejor disco del grupo

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

1 Comentario

  1. peter allman

    Me acuerdo que cuando salió fui al Corte para comprarle. En su día la gente que era muy fanática del thrash metal me llegaron a decir que era muy comercial, el peor del grupo. A mi me gusto mucho el álbum. Pero su mejor es, para mi, Reign in Blood marco un gran paso en la banda y se ganaron un reconocimiento por la gente que desapareció en alguna medida con el South of heaven, ojo a mi me gusto mucho. Con el paso del tiempo se ha demostrado que es un verdadero clásico.

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