El adjetivo infravalorado es uno de los más usados cuando tenemos que hablar del siempre espinoso tema de la meritocracia. Millones de bandas no han tenido, por acción u omisión de los medios de comunicación o las implacables reglas del marketing, el reconocimiento que merecen. Un caso de este ejemplo sería el de los británicos The Cult. Cuando el binomio que lideraban los inefables Billy Duffy -guitarra-coros- y Ian Astbury dio sus primeros pasos en el ámbito musical, sorprendía no sólo el sonido tan típicamente británico de su música, sino también, la imagen que transmitían. A los riffs psicodélicos de Duffy -junto con su querencia por el sonido de Zeppelin y The Doors– y la embrutecida voz de Astbury, se sumaba una puesta en escena que, en un principio, los entroncaba con el de las bandas de post-punk y new wave o el rock gótico, en vez de su adición al hard rock preponderante de la época.

the cult sonic templeDos discos como su ópera prima, Dreamtime o Love, salidos en 1984 y 1985 respectivamente, mostraban una inclinación por parte del conjunto inglés en un sonido atmosférico a la par que ambiental. La guitarra, lejos de perfilar riffs rudos y agresivos, mostraba más bien las bondades del uso moderado del delay y una pedalera que, de la mano del misticismo que el vocalista le supo otorgar a las composiciones, especialmente en el uso de una temática fuertemente espiritual -nunca ocultó su predilección sobre el chamanismo, la forma de vida y la cultura de los pueblos precolombinos- le dieron a The Cult un signo distintivo respecto al de sus congéneres. Sin embargo, en 1987, en una época en la que el hard rock y el heavy metal estaban experimentando un auge espectacular en cuanto a calado comercial e influencia en la cultura urbana y popular, los ingleses decidieron virar el rumbo de su música hacia un sonido mucho más americano, en boga de lo que pedían las discográficas en ese tiempo. Fruto de esa conversión hacia un sonido más agresivo, sacaron una obra maestra incontestable como Electric en 1987 -con un sonido mucho más parecido al de AC/DC en las canciones que el de la propia banda australiana- y, finalmente, para cerrar la década de los ochenta, su ‘finis terrae’ particular y el cenit de la evolución musical que estaban llevando a cabo como fue el grandioso Sonic Temple.

Un templo sónico en el que supieron, desde el primer momento, enfocar las composiciones de tal forma que elementos de sus dos primeros discos se encontraran presentes sin perder de vista el tratamiento que le estaban otorgando a las guitarras, las melodías y el sonido de la batería. Durante la gira de promoción de su anterior álbum estuvieron girando con Metallica y, desgraciadamente, la lucha de egos entre el seis cuerdas y el vocalista de la banda minó la estabilidad de una formación en una gira que, en ese momento, transcurría en la absoluta normalidad. Y fruto de esa tensión, con Astbury y Duffy ignorándose -con momentos realmente ridículos como la actuación en los MTV Awards de 1989, donde Ian cantó prácticamente borracho todo el concierto-, o escaladas de tensión absurdas protagonizadas, también, por el vocalista, como el cabezazo que le propinó a un fotógrafo, ayudaron poco y mal a la imagen de un grupo cada vez más respetado por compañeros y crítica.

De veleidad en veleidad, con una tensión que se podía cortar con un cuchillo, con un bajista eficiente como James Stewart que ejercía de contrapeso entre la bicefalia decisoria del grupo y que tuvo que dejarlo, precisamente, ante el cariz de los acontecimientos -lo que molestó a un Duffy que tenía que batallar él solo con el impredecible, altanero y, en ocasiones agresivo de su vocalista- consiguieron, no obstante, de la mano de Bob Rock lanzar uno de los discos más espectaculares de aquella década. Una obra erigida al faranónico trabajo de la descomunal guitarra de un Billy que, a base de práctica y arrogancia, se convirtió en un seis cuerdas con un don innato para la elaboración de arpegios sinuosos y elegantes. Cortes como «Sun King» -referencia a Luis XIV, rey de Francia en el siglo XVII, padre del absolutismo moderno y del Despotismo Ilustrado del siglo siguiente-, «New York City» -con participación estelar de Iggy Pop a las voces-, «Automatic Blues» o «American Horse», sí sabían sincretizar el concepto esgrimido por la banda británica en su primera época de la mano de una música mucho más pesada y contundente. El trabajo de Bob Rock en la batería de Mickey Currey, una vez más, fue descomunal; y la construcción de los estribillos: fáciles y directos, reforzaban la querencia de la banda por querer emular a sus referentes musicales a la par que rivalizar con unos Crüe, Whitesnake, Guns ‘n’ Roses o Aerosmith que pasaban por un momento de fecundidad artística impresionante.

the cult sonic temple liveY eso es lo que les hizo grandes en ese momento: créerselo. Cuando uno hace algo, debe tomar la determinación de que, en el momento en que se pone manos a la obra, tiene que pensar el mejor. Si no, mejor que no lo haga. Y así lo entendió Billy Duffy entonces. El músculo de las guitarras en los dos cañonazos por antonomasia del disco, «Fire Woman» -nunca un riff tan sencillo funcionó tan bien como aquí; rara vez Astbury cantó con tanta potencia como en este tema; muy de vez en cuando veríamos a The Cult hacer una canción de una carga sexual tan grande-  «Sweet Soul Sister» -fantástica la introducción de teclado, los coros, la línea ascendente del estribillo seguida por el vocalista- reflejaban hasta qué punto Billy, poseído del espíritu de esos Jimmy Page, Angus Young, Robby Krieger que tanto admiró, se propuso, con éxito, querer fraguarse su propio estilo partiendo de ellos.

«Edie (Ciao Baby)», con una orquestación soberbia, creaba un conglomerado musical enorme en una balada en la que Astbury quiso rendir un homenaje a Edie Sedgwick, musa de Andy Warhol y que murió de una ingesta de barbitúricos, reflejando el hercúleo empeño que ponían todas las bandas de aquella época en tener una balada que entrase directamente a los corazones. Pero lo que hizo grande a este disco, aparte de la exquisita producción, es la capacidad de tender un puente entre el pasado y el presente: entre dos épocas bien diferenciadas, con un mismo credo musical pero adaptado a la forma en la que el rock era concebido por aquel entonces.

The+Cult+without+frame

Y a grosso modo, Sonic Temple suponía el cierre de una década esplendorosa en lo musical, con una banda que presentó definitivamente su candidatura a coger el cetro del hard y también –dicho sea de paso-, por la aparición de críticas hacia la figura de Astbury, quienes veían en él una versión moderna, por aquel entonces, de Jim Morrison -¿no les suena esta historia con un tal Enrique Bunbury?-. Fue su álbum más vendido y con el que, definitivamente, se ganaron el respeto. Pero las tensiones siguieron y pese a firmar otro sensacional plástico como Ceremony, aquella lucha de egos persistió de la mano de un cambio de tendencia en los gustos musicales que menoscabaron su fama. Pero que a nadie le quepa duda de dos cosas: The Cult y este trabajo en concreto, son dos de los mejores acontecimientos que pudo tener el rock en los ochenta. Háganme caso.

THE CULT – Sonic Temple: uno de los mejores acontecimientos del rock ochentero

by: Alex Palahniuk

by: Alex Palahniuk

Veinticuatro años. Estudiante de Derecho, amante de la música, la literatura, el ensayo y apasionado de la escritura.

11 Comentarios

  1. EL REPOBLADOR

    A mi tb se me acaban los calificativos para este majestuoso álbum de los Cult, de hecho, el clip de Sweet Soul Sister lo tengo muy ligado a una época de mi vida. Mas de 25 años después, sigue sonando a gloria bendita.
    Tan solo una corrección en plan repelente niño vicente. Matt Sorum no tocó ni una nota en el disco. El encargado de los tambores fue Mickey Currey, por aquel entonces batería de Bryan Adams. En lo que si llevas razón es en el sonido que consiguió Bob Rock de la batería es apabullante

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    • Alex Palahniuk

      ¿En serio? Pues figura en el line-up Matt Sorum. Muchísimas gracias por avisarme. Un saludo y gracias por leer.

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  2. andre

    Si hubieran lanzado ese disco dos o tres años antes serian mucho mas valorados, la modas siempre cambian y eso evito que explotaran comercialmente, sucumbieron ala ola iniciada por Rem, faith no more, red hot chilli peppers, en fin buena reseña.

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  3. Pepo

    Es un discazo desde la primera a la última canción. Ian Astbury suele menospreciar abiertamente «Fire Woman». La considera una canción «Pop», algo con lo que buscaban el éxito y lo consiguieron. A lo mejor la asocia también con un periodo de su vida que no le gusta recordar. Pero para mi todo eso son chorradas, con todo el respeto que le tengo al vocalista. Es un temazo. Sencillo y que entra directo como las grandes obras de la música clásica o popular (véase la quinta de Bethoven, el ‘Smoke on the Water’ de Deep Purple o ‘Whole Lotta Love’ de Led Zepp).
    Además, es un disco con canciones espectaculares (todas), pero alguna curiosamente olvidada y relegada por la propia banda: ‘Automatic Blues’, ‘Soldier Blue’ (que era un descarte de las sesiones de «Electric» y que bajo la dirección de Bob Rock adquirió una dimensión completamente distinta y espectacular), ‘Soul Asylum’ (su particular «Kashmir», versión de The Cult, claro) o ‘Wake For Freedom’… Éstos son temas también fantásticos que creo que no tocan desde 1989, si es que alguna vez las llegaron a tocar en directo. A mí al menos me encantaría escucharlos en vivo, porque los demás sí que he tenido la suerte de oirlos en sus conciertos (incluso varias veces las versiones desganadas de ‘Fire Woman’ por Astbury, que a veces yo pensaba que para cantarla así, mejor era sacarla del ‘setlist’).
    Pero para mí lo más interesante de ‘Sonic Temple’ es lo que dices, que supone la perfecta conjunción de dos versiones de la misma banda: los Cult de ‘Dream Time’ y ‘Love’ con los Cult de esa fabulosa enciclopedia del R’n’R que es ‘Electric’ (disco que no destaca por ser muy original en su concepción, sino por ser un compendio de canciones que podrían haber firmado un montón de artistas precedentes, pero tocadas por unos tipos que a la vez no podían dejar de sonar a sí mismos. Quizá porque no sabían sonar a otra cosa. Virtud, no defecto.).
    Termino ya con mi rollo… para mí ‘Sonic Temple’ es el disco en el que The Cult se encontraron a sí mismos. Y es un disco que sin escapar de su propia época, aguanta muy bien el paso del tiempo (algo que no pasa en la mayoría de sus contemporéneos), siendo siempre una obra original y fresca.

    Es una jodida obra maestra. Una joya que no debería ser tan ignorada incluso por los amantes del rock. Pero como dicen por ahí… «shit happens!»

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    • Alex Palahniuk

      Vaya feedback, por Dios. No sabe cuánto se lo agradezco. ¿Qué decir ante cosas así? Que me encantaría leer algo suyo, en el caso de que escribiera o, en su defecto, que se pase más por aquí. Acaba de dejar usted al cronista como un aficionado. Muchísimas gracias por el aporte, de verdad.

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      • Pepo

        Ni mucho menos, tu artículo es estupendo!. Y esta frase tuya es para enmarcar y la suscribo palabra por palabra: » Cuando uno hace algo, debe tomar la determinación de que, en el momento en que se pone manos a la obra, tiene que pensar en ser el mejor. Si no, mejor que no lo haga».
        No escribo, solo por trabajo. Me da demasiada pereza escribir más… Una vez toqué por ahí con bandas. Y todo empezó para mí en la música tras un concierto de The Cult en 1991 cuando era un chaval. Una especie de epifanía rockera. Puede que por eso SONIC TEMPLE sea tan especial para mí (aunque en aquel bolo andaban presentando Ceremony, que es un disco que a ellos no les gusta nada de nada). Y coincido contigo en que SONIC TEMPLE está sumamente infravalorado. Caí aquí por casualidad pero te seguiré la pista. Un saludo y gracias.

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  4. Johnny J.J.

    Un gran disco, aunque yo prefiero el ·Electric y el Love. Te puedo asegurar, Alex, que por la zona de Valencia este disco ni ninguno de The Cult están infravalorados. Saludos.

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  5. odontopurpura

    Billy Duffy. Uno de los guitarristas con menor reconocimiento dentro del Rock. e injustamente ninguneado, Virtuoso, buen gusto, humilde, generando buen rock desde hace 35 años!!!!!

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  6. Brasimetal

    Grandioso. Lo escuché al poco de salir, con 14 años, y fue el disco que me hizo un fanático del rock.

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  7. Allmanzor

    Estupenda reseña. Mis felicitaciones.
    Recuerdo que en su momento vi el video clip de Eddie (ciao baby) y me atrapó. La canción me gustó bastante (hoy en día es una de mis favoritas) pero me preocupaba que el disco fuera todo recargado de orquestaciones como la de ese tema. me arriesgué y lo compré. Inmediatamente disfruté de su poderío y sonido crudo. Una maravilla. Sigue siendo uno de mis discos favoritos de todos los tiempos, aunque la lista es larga, je je.

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  8. txarli

    Mi preferido. Sin duda. Me gusta toda la trayectoria de los Cult, pero este disco lo tiene TODO.

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